Estrépitos [libre]

Me detengo para recuperar el aliento, si bien es cierto que mi condición de miembro de la G.P.M me proporciona unas características físicas superiores a las de un humano común, no estoy acostumbrado a hacer este tipo de esfuerzos, suelo terminar mis misiones sin mayor desgaste que el producido por una incesante noche de pasión. En esta ocasión el objetivo, a priori, era simple; encontrar y desmantelar un pequeño grupo terrorista que estaba organizando sus planes en Verfallen. Tener que ir a esa tierra montañosa suponía dos cosas, la primera que sin duda me esperaba un viaje agotador y saturado de aburrimiento, y la segunda, que podría encontrarme con algún impedimento ligado a los terrenos en los que me vería obligado a desenvolverme. Tras asaltar el domicilio donde los objetivos se habían instalado y ejecutar a la mayor parte de ellos, tuve que salir a la caza y captura de su líder, el cuál había salido corriendo por el terreno abrupto que rodea la ciudad llegando hasta el Valle sin Nombre.

Recuperado el hálito, desenfundo mi pistola con silenciador y con paso cauteloso, camino ligeramente inclinado para evitar hacer el mayor ruido posible. En ese momento la batería de mi dispositivo de simulación facial, el cual me permite tomar el rostro que crea conveniente para llevar a cabo mis objetivos, se consume, y mi verdadero rostro sale a flote, indicándome que ha llegado el momento de terminar esta misión. Voy revisando uno a uno los huecos que hay entre las ruinas, atento a cualquier tipo de ruido que pueda llevarme a la posición de mi objetivo. Mis sentidos reaccionan al escuchar el sonido de lo que debe ser una pequeña piedra deslizándose por el suelo a mi espalda, sin duda producido por mi pareja de baile. Podría darme la vuelta y seguir la persecución, pero lo mejor es hacerme el despistado para sacar ventaja de la situación. Relajo la tensión de mis músculos y enfundo la pistola, para segundos después, prever la acción de mi enemigo y rotar con celeridad sobre mi tobillo diestro, agarrar el brazo derecho de mi presa y llevar el cañón de la pistola que porta en su mano al sector izquierdo de su pecho. Esbozo una sonrisa y sin miramientos, aprieto el gatillo, atravesando su corazón y en consecuencia, ejecutandole. La cercanía del disparo salpica de sangre toda mi vestimenta, situación que me crispa más de lo que debería, por lo que tras soltar el cuerpo del hombre asesinado, me quito el chaleco color beige que hasta ese momento había usado en la misión y hago lo propio con una braga para el cuello del mismo color. Dejo ambas prendas sobre el cadáver y me siento sobre los restos de lo que en su día debió ser una columna mientras extraigo del interior del bolsillo derecho de mi pantalón un cigarrillo el cual llevo a mi boca y no tardo en prender con un mechero dorado.

-Me estoy haciendo mayor para estas cosas...

No es lógico que yo sea el encargado de este tipo de situaciones, la resistencia al presidente cada vez es mayor y puede que pronto haya algún golpe que haga temblar los cimientos del gobierno. No es mi problema, sinceramente, pero tener que asesinar a tanta gente está fuera de lo que considero mi especialidad...pero el trabajo es el trabajo supongo...Miro el cadáver mientras doy un par de caladas al pitillo sin poder evitar pensar que sus motivaciones para intentar atentar contra el presidente puede que estén más cerca de mis ideas que los propios ideales del tiránico Morgov. El futuro es demasiado cruel...

Llegar a esta ciudad me ayudara a concentrarme, encontrar de nuevo mi centro. Casi dejo morir a aquel policía en Thamar, estuve a punto de pensar en dejarlo caer en su patrulla y ver su cuerpo destrozado contra el suelo. No quiero hacerme un monstruo como los asesinos de mi familia.

Pase de la estación sin gran problema, bien es verdad que mi semblante no llama mucho la atención, pero creo que en Gladyr todos queremos ocultarnos los rostros, por eso es normal ver personas con capuchas y capas, como la mía.
Al pasar por un puesto de ropa, tomo, sin que me vean, un par de prendas. Antes de llegar al Valle, las transmuto en camisa y pantalón a mi gusto, me coloco lo poco de armadura sobre ellas y me dirijo a mi destino.

Una vez ahí, me llena de melancolía el ver un valle que ni siquiera se molestaron en nombrarlo para los caídos en la guerra contra los Kalajs, no les tengo rencor a esas criaturas, defienden el planeta que los brujos no pueden defender, sin embargo, no me interesa salvar un mundo donde no está Alicia ni Victoria.

Mis botas, ya más ligeras debido al metal que trasmute y le entregue a Kike, dejan huellas profundas en la arena de aquel valle. Las tormentas son muy comunes en un lugar como este. Algunos mercenarios perdieron la vida en la batalla que aquí se vivio, los que sobrevivieron fueron terriblemente desfigurados, he escuchado que los guerreros dragón suelen entrenar en este lugar.
Me inclino a la arena y levanto un poco, esta se deja caer como agua entre mis dedos.
-Esta suave, más de lo que debería, alguien está por aquí. ¿Un guerrero dragón?

Escucho un disparo, me pongo contra la pared de una de las ruinas, sin duda alguna casa donde una familia solía vivir feliz. Siento el ardor de nuevo y me digo a mi mismo que la quemadura está curada, que la venda azul es solo para el apodo de “Viento Azul”. Pero sé que es mentira, que la quemadura no está en mi brazo, si no en mi corazón. Muy cerca de mi, seguro a unos metros escucho, a duras penas, como si el viento moviera la arena, pero no hay brisa. Rápido, transmuto mi espada del diamante en mi ropa y la esfera de metal, la sostengo con mi mano izquierda mientras que con la derecha sostengo el arma de fuego en mi cinturón.

Mi corazón late de emoción, lo trato de tranquilizar. Demonios no debo de perder el control como siempre, debo de mantenerme equilibrado.
Ese viento que escuche no es viento, es la ropa rosando la arena del suelo. Alguien está caminando agazapado, eso quiere decir dos cosas: O se esconde o se prepara para atacar.
Suelto mi pistola de energía, la que no recuerdo su modelo, y transmuto lo mas que puedo mi armadura para aumentar la protección, aunque no es mucha la que me brinda.

Mi dragón alzó el vuelo sin mí, mientras yo me quedaba tras una roca. Descubrí con ojos asombrados el cuerpo de un hombre tapado por prendas de color beige. Decido recogerlas y así poder hacerme unos zapatos para que mis pies no sufriesen más de lo que lo hacían. Tardaría cinco minutos, lo bastante como para poder observar su alrededor. Una característica que tenía desde que recuerdo se trataba de mi vista. Sin saber cómo atisbaba rápido lo que se acercaba hacia mí, o cosas que los demás animales no podían ver. Una columna en ruinas a lo lejos se postraba en frente de mí. Alcé mi cabeza hacia un lado. ¿Por qué me fijaba en esa columna y no en otra cualquiera?
Pronto descubrí la respuesta.
Un ser de mi raza, es decir, un hombre se encontraba echado en aquella columna. Mi corazón dio un vuelco, los únicos humanos que había recordado ver eran aquellos médicos que querían asesinar a mi pequeño Eiden, ilusos ellos. ¿Pensaban que estaba solo? ¿Un dragón? Los acribillé con todas mis fuerzas, quise destruirlos, asesinarlos, comerme todos sus sesos y alimentarme de su crueldad. Por su culpa mi pobre dragón tenía una pezuña herida, no era nada profundo. Pero en su día lo fue. Descubrí que aquel hombre era un G.P.M. ya que la manera en la que el cuerpo había recibido la bala era propia de éstos. Le tuve asco nada más verlo. Un cigarro lo mataba por dentro ¿Así aprecias tu vida? Pensé.
No quería que nadie me viese. Aquel hombre estaría cargado de munición, además es un G.P.M. Tiene condiciones sobre naturales, podría saber cuál sería mi punto débil rápidamente. Sin embargo yo disponía de Eiden y de mi fortaleza natural. Mi daga podía ser lanzada a metros de distancia y mi excepcional puntería podría matarlo de un solo soplido, no obstante la lucha de cuerpo a cuerpo me atraía más que la idea de un arma a distancia, por ello odiaba las pistolas. Decidí retirarme de momento y reunir a Eiden. Pensé que aquel humano se habría dado cuenta de que un jinete de dragón andaría por allí, más que nada porque Eiden no se camufla fácilmente. Di media vuelta cuando me encontré a otro ser humano que vagabundeaba por allí. Sus cabellos eran largos y se encontraba apoyado en unas paredes. Me acerqué un poco para averiguar qué raza era. Me acercaba un poco más y me detuve al descubrir su entidad: Alquimista. La transmutación cobró fuerza en su ser, por lo tanto se dejó al descubierto. No había estudiado mucho sobre éstos pero siempre había tenido curiosidad de saber qué hacían. Eran un poco inconformistas, y eso me atraía, más o menos. Pensé en que un alquimista y un G.P.M. podrían formar un duelo bastante curioso. Cogí un trozo de roca y la apunté hacia el rubio chuleta. Disparé con todas mis fuerzas y creí haberle dado. Eso podría causar que el rubio gritase, provocando que el Alquimista se percatase de su presencia y quisiese enfrentarse a él.
Sonreí fríamente.

Percibo que alguien me observa, esa circunstancia aunada con el vuelo carente de silencio de una bestia voladora, me desvelan que un jinete dragón se encuentra en las inmediaciones. Opto por ignorarlo, no tengo ningún problema con los de su condición ni con sus temibles dragones, es más, en muchos sentidos pertenecen al tipo de grupo que encaja conmigo, uno en que se desenvuelve por sus ideales sin tener que acatar ordenes que consideran absurdas. Doy otra cala al cigarrillo, y en ese momento, recibo un contundente impacto en la sien que me hace caer al suelo perdiendo momentáneamente el conocimiento.

Hace 10 años, Raganda:

-¿Sabes lo que realmente me gusta de ti?-Reika esboza una sonrisa mientras pasa su mano derecha por mi cabello.
-¿Mi encanto natural?-Respondo con un tono jocoso.
-Si fuera por eso, jamás habrías podido sacarme de la fiesta aquella noche...Lo que me gusta de ti es que pese a haberte visto forzado a existir por un propósito determinado, has sido capaz de desarrollarte cómo un ser individual capaz de portar los sueños de la gente...Tienes ese carisma sólo destinado a los líderes y desde el primer segundo me fue imposible eludir su embrujo...

Esbozo una sonrisa mientras acerco mi boca a su oído derecho y libero un sutil susurro.

-Con decir que te encantan mis ojos hubiera sido suficiente...

Actualidad:

Abro los ojos y me incorporo, llevando mi mano derecha a la sangrante herida que he sufrido en la cabeza. Tardo unos segundos en ubicar donde me encuentro y en desvelar que el momento vivido no ha sido más que un simple recuerdo. Una lágrima se desliza por mi mejilla izquierda, aún no he podido olvidarla y siendo justos, jamás podré hacerlo hasta afrontar lo que ocurrió realmente el día de su muerte. Disperso mis pensamientos y me pongo en pie, lanzando una mirada a la dirección de la que ha venido la cobarde agresión, Sin tener un punto exacto al que dirigirme lanzo una frase extensible a toda la zona.

-Hubiera preferido un saludo verbal, no me gusta mucho la sangre....

La herida no deja de soltar la dichosa sustancia roja que tanto detesto, por lo que me quito la última prenda que cubre mi rostro y me la llevo a la cabeza para detener la hemorragia. Mi condición sobrenatural hará que se cure en poco tiempo, pero hasta entonces, no puedo marcharme. Vuelvo a sentarme en los escombros de columna, sin poder eliminar a Reika de mi cabeza y consciente de que el que me ha lanzado la pedrada, por alguna razón, no me tiene mucho aprecio, me mantengo a la expectativa del devenir de los acontecimientos.

Escucho el aleteo del dragón. Siento como se acerca y sostengo mi espada con fuerza, si el dragón ataca tendré que usar el truco del fuego, ese donde tengo que quemar mis manos para trasmutar fuego en agente extintor, claro después tengo que buscar piel de cadáveres para trasmutar piel nueva en mis manos, esa parte es desagradable.
El dragón se va pero escucho piedra golpear algo o alguien, creo que el jinete de ese dragón tiene muy mal humor. Destrasmuto mi espada y camino hacia donde, creo yo, arrojó la roca. Un hombre rubio se levanta y veo como se seca la sangre de su frente, parece no agradarle. Creo que a nadie le agrada la sangre brotando en algún lugar del cuerpo.

De seguro noto mis pisadas desde hace varios segundos, pero no se mueve ¿Sabrá que yo no fui el que arrojo la piedra?

-Parece que tenemos un jinete dragón con muy mala actitud-le digo esbozando una sonrisa- Creo que tenemos un enemigo en común, si es que le puedes llamar así a un jinete con actitud infantil.

El hombre me puede escuchar, pero sigue limpiándose la sangre, entre algunos suspiros. ¿Atacara? Como signo de paz, por mi parte, destrasmuto mi armadura a su estado de menor protección y vuelvo a sonreir.

El juego comenzaba a brotar de las entrañas del mal. Tenía ganas de divertirme un rato. Escuché al Alquimista llamarme infantil, ¿de verdad lo pensaba? Oh, sí que podría serlo, pero no me conocía. Nada de nada.
Vi como se acercaba al G.P.M. No hacía nada del otro mundo, solamente pretendía ser cordial. Mis ojos miraban fijamente al Alquimista, observé que querría ir a por mí, por las palabras que comentó antes.
Quise acercarme y saludar curiosamente a los dos hombres, pero antes llamaría a Eiden.

- ¡Eiden! - Grité a los cielos. - ¡Acércate!

El dragón aterrizó justo a mi lado, supuse que el alquimista y el rubio se habrían percatado ya de por sí dónde me encontraba. Me daba igual, pronto daría a conocer quién era.
Me subí en el lomo de Eiden, sentada. Mis cabellos se dirigían en dirección al viento destapándome mi rostro. Hacía poco que me había echado agua, por lo tanto podría ser que no la tuviese sucia.
Eiden comenzó a caminar conmigo a cuestas, rompió de un coletazo la pared donde yo me escondía y ambos nos presentamos entre los escombros.
No dije nada, solamente miré fijamente al G.P.M. Abrí mucho los ojos, descubriendo algo en su aura que pocas personas tenían. No me percaté del Alquimista porque el G.P.M. me atrajo toda su atención. Quizá los humanos no fuesen tan malos después de todo, pensé.
- ¡Imbécil! - musité dirigiéndome a mí misma. Cerré los ojos y al abrirlos me encontré con la mirada del Alquimista. No sabía en esos momentos si quería guerra o solamente sentía curiosidad.
Cambié de idea, quería conocer los pensamientos de ambos personajes, aunque si se presenta la fabulosa idea de pelear, lo haría encantada.

Mientras espero una respuesta del rubio, aun con la duda si será una violenta o tranquila, escuchamos al jinete aproximarse. Se me dibuja una sonrisa y lo primero que pienso en la palabra “infantil” que dije, posiblemente lo ofendí y…fuego. Mi herida fantasma arde de nuevo, sostengo el brazo y me concentro en que es un dragón no un brujo llameante.
El jinete es una chica, con ropa muy maltratada, son prácticamente harapos. Debe de ser una década mayor a la edad que Victoria tendría si estuviera viva. La chica se concentra en el sujeto rubio, mientras lo hace busco con mi vista algo de ropa en medio de este terreno muerto, solo encuentro un chaleco, seguramente el que mi compañero frente a mi usaba hace unos momentos antes. En ese momento veo el cuerpo cercano de un hombre, el que seguramente fue asesinado por ese disparo apenas audible. Volteo a ver al rubio y abro los ojos, es un agente de la G.P.M. No creo que sepa quién soy, no soy un mercenario tan reconocido, me he asegurado de eso.
Me dispongo a caminar hacia las prendas en el suelo, cruzo mi mirada con la de la jinete, lindos ojos. La escucho maldecir, tal vez creyó que si no me veía primero yo la atacaría, pero vamos, a mi no me arrojo la piedra.
Tomo la prenda y suspiro al ver la sangre por todo el chaleco, a su lado hay una braga de cuello.

-Perfecto-digo en voz alta haciendo que mis dos acompañantes volteen a verme.

Sonrió ante sus miradas y, con las dos prendas en cada mano, aplaudo haciendo que mis ojos brillen de su característico azul ¿El G.P.M. a escuchado sobre el viento azul?
Las prendas cambian de forma hasta transformarse en una prenda nueva de color beige. Sostengo la prenda, una blusa larga, con ambas manos y doy unos pasos hacia atrás, viendo hacia la jinete, que me mira con extrañeza.

-Creo que el beige puede ir con tus ojos-le digo sonriendo y comienzo a caminar hacia ella, hasta quedar a una distancia considerable entre ambos compañeros y no tan cerca del amigable escupe fuego que rompió la pared-Tómala como un signo de disculpa señorita por mi vocabulario anterior. Disculpa que no pude quitar toda la sangre, no es fácil transmutar nada que sea genética, al menos no para un alquimista que ha estado ausente de la ciudad de Hulkjner en muchos años.

Seguramente la chica espera pelea, tal vez el rubio también. Sigo sosteniendo la blusa hacia la muchacha, aunque si muestra hostilidad tendré que moverme rápido para desenfundar mi arma, sigo sin recordar el maldito modelo de esa pistola.

Vuelo en una motocicleta aeronaútica negra a rayas rojas de mi propiedad, yo llevo un atuendo propio de un lugar montañoso, aunque un poco extranjero. Varias prendas una encima de otra, color blanco desgastado superpuesta a una armadura ligera, una toga de rebozo color marrón que resguarda un casco inteligente, un pantalón holgado y grueso del mismo color que el rebozo y unas botas militares blancas. Oscurecí mi piel con maquillaje y oculto en el casco una simulada cicatriz en la mejilla derecha.

Me desagrada vestir como hombre, me desagrada hacer de cazarrecompensas, me desagrada la misión, me desagrada no poder presentarme como una G.P.M., menuda idea tuve de aceptar la misión de cargarme a ese tío de poder, pero bueno, mi trabajo es servir a la G.P.M.

Acelero y entro al Valle sin Nombre, inteligencia me dijo que encontraría datos acerca del objetivo que me dio Kyar y por parte de G.P.M. me cargaré a rebeldes que sean instalado en el valle sin nombre.

El casco inteligente capta al fin un sonido al suroeste, el vuelo de un dragón y cuando menos a mí regresa la imagen del Jinete y su dragón vermello, conforme me aproximo me llegan más sonidos. -¡Alá, una fiesta!- pienso.

Silencio el ruido de la motocicleta conocida en Largen como “La afonía aerea” por el nivel silencioso que puede reproducir y que aúmenta sí se vuela contra el viento.

Llego al evento a tiempo para ver a un Alquimista transmutar, un soldado de la G.P.M. con una herida en la frente, una jinete de dragón con una mirada que muchas veces yo igualo y su dragón.

Bajo de la afonía aerea tocando suelo en una piedra alta donde les veo hacia abajo, mi casco inteligente aúmenta mi alcance visual y veo que el tío de la G.P.M. ya se hizo cargo de los rebeldes. Lentamente y en silencio desenfundo mi par de pistolas, luego en un rápido movimiento de mis brazos hacía abajo, pego las armas a mis piernas y hago que la corredera se retraiga con el sonido más alto que pudiese, acaparo la atención, hago una maniobra con las pistolas y finalmente las descanso en mis hombros.

-¡Pero de que va su teatro!- exclamo a mis espectadores y el casco inteligente deforma mi voz y la hace grave, -Joder, realmente me escucho como un tío, que grima- pienso.

Me tomo unos segundos para asistir de manera impertérrita a los movimientos de las personas que me rodean. Al alquimista a la jinete, se suma lo que parece ser una mercenaria, de la cuál deduzco por la tecnología y la condición de su vestimenta, que cómo yo forma parte de la G.P.M. Respiro profundamente mientras compruebo que la herida deja de sangrar, momento que aprovecho para tirar la prenda que estaba utilizando para detener la hemorragia sobre el cadáver. Después, estiro mis miembros superiores hacía arriba para relajar los músculos de mi espalda, y por fin pronunciarme.

-Parece que aquí tenemos una extraña situación, un imponente dragón, una agresiva jinete, un hábil alquimista, una bella G.P.M-No puedo evitar fijarme en las curvas que se intuyen bajo la ropa de la recién llegada-. La verdad desconozco que hacéis aquí o cuál es vuestra intención real en este dantescto escenario que se nos plantea, pero yo no tengo ninguna razón para perder los nervios simplemente porque me hayan tirado una pedrada a la cabeza o hayan interrumpido mi momento de relajación tras una misión cumplida con la mayor eficencia. Creo que no tengo que constatar que pertenezco a la G.P.M, y por lo tanto, tengo la autoridad sin necesidad de razón alguna de llevar a cabo cualquier tipo de misión mientras sea bajo ordenes del presidente Morgov así que vuestra obligación, es tomar éste cadáver de aquí cómo el de un revolucionario cuya intención era matar a mucha gente, entre la cuál fácilmente, podría hallarse algún conocido vuestro. Apuesto porque cada uno nos dediquemos a nuestros quehaceres, y recomendaría que los vuestros fueran marcharos ya que intuyo que algunos seguidores del citado fallecido aquí están a punto de llegar, y no quiero que os veáis salpicados por mi torpeza, sobretodo si una de las afectadas puede ser una de mis compañeras, y la otra una irrespetuosa pero a la par hermosa jinete dragón. Dicho lo cual, evidentemente sois libres de hacer lo que queráis, y a no ser que me forcéis a ello, no os mataré, pero no sería conveniente aprovecharos de mi generosidad, no soy de los que dudan a la hora de apretar el gatillo...

Respeto, puede ser, pero si algo me ha enseñado mi adiestramiento es que puedo enfrentarme a cualquier tipo de enemigo y salir victorioso por mucho que aborrezca las absurdas disputas cimentadas en bases abstractas cómo el honor o el orgullo. Los refuerzos no van a tardar en llegar y aún no he podido escapar, por lo tanto, me temo que voy a tener que derramar más sangre, aunque espero, que no sea mas de la necesaria...

Makoto, Makoto, Makoto acabas de sentenciarte solo. Ahora no sólo estas entre un jinete dragón y un G.P.M. si no que apareció otro sujeto, o señorita ya que no estoy muy seguro gracias comentario del rubio.
Miro al nuevo invitado, o invitada, y sonrió sin soltar la blusa que transmute para la jinete. La nueva adición al grupo tiene un casco moderno, de esos que tienen acceso a archivos, seguramente tuve suerte cuando el G.P.M. no me reconoció, pero este nuevo invitado puede simplemente buscar sobre el Viento Azul o si trasmuto mi espada de diamante seguramente saltaran referencias al por mayor, comenzando con el incidente mas reciente en Thamar.
Thamar, tenia que ir a visitar el pasado, tenía que imaginar a mi mujer de nuevo, a mi pequeña hija.

-Parece que estamos haciendo una buena reunión ¿no creen? Temo que en cuanto la señorita del dragón acepte mi humilde prenda, me retirare. Espero no ser una molestia más grande a la misión del respetado agente del presidente. Además un alquimista no es bueno peleando, no tenemos entrenamiento como los aquí presentes y si llegan esos refuerzos pues temo que seria mas un estorbo

En ese momento siento la mirada de la jinete, que aun no a dicho palabra ¿Habrá visto mi truco de la espada? Diablos, si lo vio bien puede saber que no soy solo un alquimista. Además ¿Qué no dije que no he visitado la capital alquímica en años? Eso les levantaría mas sospechas.
Me pongo en cuclillas en la tierra y todo la arena hasta volverla cristal, muy opaco pues esta arena no esta refinada para hacer buen material. Doblo la blusa larga, como sus mangas, delicadamente y la coloco sobre el cristal limpio. Sostengo la pieza con calma y camino hacia la Jinete, arriesgándome a un coletazo, mordisco o quemadura de su dragon. Esta vez ignoro la distancia del peligro, así como el rostro de la señorita. Sus ojos son bellos pero su rostro, deja ver facciones que solo me dicen que me atacara.

-Aquí tienes-le digo bondadosamente extendiendo la prenda ella. Solo tiene que extender la mano y tomarla ¿Lo hará? ¿o me romperá el rostro con el cristal?

Los movimientos delicados de aquel alquimista me desconcertaban, ¿qué pretendía? Había visto lo que hacía con una espada, oh iluso de él, ¿creía que me iba a creer aquella patraña?No me bajé de mi dragón, pero sí me dispuse en contacto con él. Eiden se sentía incómodo, pero notaba que no era por el agente del G.P.M., ni por el alquimista, ni si quiera por la recién llegada mujer que parecía tomarse este casual encontronazo como una actuación incompetente. Tanto Eiden como yo la ignoramos, no solo a ella, si no a los demás también. Cierro los ojos y me pongo en contacto con su mente, algo o alguien se acercaba, y no era bueno.
Recordando las palabras que mi agredido comentó pensé que podrían ser aquellos enemigos de él. Sin embargo descarté la idea. Aquellos pasos no eran de un grupo de personas armadas; si no de un ser mayor.
La agudeza de los oídos de Eiden me proporcionaban la información que deseaba, sin embargo, necesitaba ver qué era aquel animal que se acercaba de manera silenciosa hacia estos lares. Me quedé de pie en el lomo de mi dragón y le acaricié su cabeza, en señal de preparación para un despegue. Eiden resopló y ambos miramos hacia el cielo. Pequeñas gotas de agua caían desde el cielo. Se avecinaba mal tiempo, cosa que proporcionaría un punto a nuestro favor. Eiden adoraba la lluvia y se excitaba volando bajo los rayos.
Alzamos el vuelo levantando arena por doquier, no sabríamos si aquellas personas se percatarían de aquella bestia que asomaría pronto sus entrañas, pero tampoco nos importaba. Sería un sabroso juego en el que nosotros, Eiden y yo, seríamos los protagonistas, sonreí y pensé: "Esto será más entretenido que aquella conversación, al menos aquí hay acción y no todos se meten con la jinete".
Pronto encontramos a la bestia.
Eiden dio un frenazo limpio y observé detenidamente a la criatura; cara humana, torso de un felino, concretamente un león, alas de murciélago, oscuras y feas y una cola extremadamente asquerosa, con una terminación en pincho. Escorpión.
Se trataba de una gran mantícora, cosa que me sorprendió porque no es característico encontrar aquel animal en aquel valle. Suele encontrarse en el archipiélago, no en Gladyr.
Era extraño, mas no por ello iba a dejar de luchar. Medía el doble de Eiden, no obstante parecía carecer de inteligencia. Se paró nada más vernos y nos gruñó. No me dio grima aquella imagen, no me dio asco aquella imagen, no sentí ningún tipo de repugnancia.
Solo quería acabar con ella y marcharme, aquel sitio era aburrido y pronto debería de enfrentarme ante el consejo de jinetes.

Eiden y yo nos conectamos y miré con sus ojos, presentaba unas patas débiles, perfectas para el ataque, pero la cola era su arma más temerosa, debía de andarme con cuidado volando rápidamente entre sus patas, para que aquella cola me persiguiese liándose y dándome ventaja, ya que debía de cortarla con mi cuchilla.

Maniobro mi pistola derecha y disparo un tiro al suelo, entre las piernas del soldado, luego apunto la segunda pistola hacía el Alquimista. No me preocupo por la Jinete, su expresión me dice que no pensará intervenir, veo algo de mí en ella y debajo del casco sonrío.


-¡Una afirmación muy atropellada, que bien puedo ser parte de los refuerzos que vos mencionas!- digo y vuelvo a escuchar mi voz transformada por el casco, y pienso -¿cómo es que el soldado pudo haber hecho una deducción tan precisa con el atuendo que pretendo- y me molesto por no haber sido capaz de engañar a un compañero de la G.P.M.

Nadie se mueve, el Alquimista, aunque pendiente a mi arma sigue esperando que la Jinete recoja la prenda transmutada. Y cuando menos, mi casco capta un sonido tan fino al oído del hombre común que dudo que los presentes lo hayan escuchado, veo a la Jinete reaccionar, -se percató- pienso.

A mi espalda se acerca la amenaza, la jinete se eleva con su dragón y yo me arrojo como clavadista de la piedra, hago una maroma en el aire y aterrizo de pie, girando para encarar la bestia... la manticora.

Me posiciono entre el alquimista y el soldado, me quito el casco y mi cabello rojizo se mueve al viento y la lluvia cae.

-Tenés razón, soy de la G.P.M., pero vos cometiste un error al revelar la identidad de un miembro que se encuentra bajo misión encubierta- digo a lo que debiere ser mi compañero.

-La situación mejora por momentos...Esbozo una leve sonrisa mientras la jinete sale al encuentro de la bestia que ha decidido inmiscuarse en nuestro, al menos por mi parte, pacífico dialogo. Por su parte mi "compañera", decide lanzarme de una manera vil la acusación de que he desvelado su identidad. Mientras llevo un nuevo cigarrillo a mi boca y manteniendo un semblante tranquilo a pesar de la aparición de lo que parece ser una mantícora, respondo a la epía.-Encanto, si no quisieras llamar la atención no harías esos saltos tan extraordinarios a la par que sensueles, pero si te ha molestado no te preocupes, te dejaré darme unos azotes una vez nos deshagamos de la molestia que tenemos delante.

Libero una bocanada de humo de mis fauces y me agacho, llevando mis manos a la parte trasera de las marrones manchadas de tierra que llevo puestas. Una vez tengo mis dedos sobre los interruptores que hay en mi calzado, los presiono, reduciendo en ese preciso momento la gravedad a la que se ve sometido mi cuerpo. Recupero mi posición erguida y sin ningún ápice de duda salgo corriendo hacía la bestia. Su tamaño es prominente, sin embargo según los datos de la G.P.M, este tipo de monstruos carecen de inteligencia y tienden a despistarse con el humo. Empleo mi recién adquirida capacidad de salto para escalar hasta la parte superior de las ruinas y comprobar cómo la Jinete y su dragón rondan al enemigo, cuál ave rapaz estudiando a su presa. Introduzco mi mano derecha en uno de mis bolsillos y saco una minúscula bola de materia oscura. Deposito la sustancia sobre la ruinas y la prendo con mi cigarrillo, para en ese mismo instante, generar una humareda colosal que centra la atención de la manticora.

-Ahora es tu turno jinete...

Me aparto del humo y salto de las ruinas para tomar tierra y devolver mi calzado a su estado habitual. No es lógico que ésta bestia haya aparecido aquí, puede que en este lugar haya alguien o algo que quiera echarnos...

El acercamiento con la jinete no funciono. Creo que me vio con la espada y a juzgar por su mirada y su ropa, no es una chica civilizada, seguramente espera que la ataque.
Me inclino en la arena y con la que el dragón arrojo hago una cúpula de cristal más grueso sobre la blusa, haciendo que se proteja de la lluvia y de los golpes.
El hombre agente de la G.P.M. activa un dispositivo y corre a gran velocidad hacia la manticore que pronto aparece en escena. No esperaba ver a una bestia aquí tan rápido.
Después de que dejo de apuntarme con su arma y de darse una elegante marometa, me doy cuenta que el ultimo invitado es una chica, así que si es una agente de la G.P.M.

-Parece que ustedes lo tienen totalmente controlado-le digo a la pelirroja que me da la espalda-Cuando terminen le dan mi pequeño regalo a la jinete ¿De acuerdo? Con su permiso.

Comienzo a caminar hacia la dirección opuesta del conflicto. Si llegara a defenderme usando la trasmutación, me reconocerían, aunque tal vez no soy tan famoso. Además, no he comido en horas, la energía para trasmutar se me esta agotando, necesito reposo.
Me detengo y volteo hacia la pelirroja, ella sigue dándome la espalda. Por lo tanto opto por sentarme contra una de las ruinas y saco una manzana de entre mi ropa.

-Bueno, me quedare a observar- digo con esperanza de que la pelirroja me escuche-Tal vez necesiten de un testigo ocular.

Abro bien los ojos mientras contemplo la escena. Algo no esta bien aquí.
-Esperen-me digo para mi mismo, pero en una voz tan alta que seguramente me escucha la pelirroja-¿Manticore que surgió debajo de la tierra y no volando?

-Brujos ilusionistas-le grito a la pelirroja-¿Por que una criatura que vuela surgiría de la tierra?

Saco de entre mi ropa el cristal y la esfera de acero. Aplaudo y creo mi espada diamante mientras brillan mis ojos de azul intenso. La agito y corto las columnas a mi alrededor, para comenzar a buscar a los brujos.

-Aquí quedo el incognito-me digo susurrando.

-Joder con ese soldado, pero bueno- pienso, y cuando menos lo imagino el soldado encara a la bestia valiéndose de la tecnología de la G.P.M. -¡Esta fiesta ya se fastidio!- digo en voz baja, -joder que llego tarde a mi cita-

De pronto escucho al Alquimista pidiendo un favor, entregar la prenda que la jinete no acepto, -¿pero qué se cree?- pienso y le oigo irse, contemplo y vuelvo escuchar al alquimista, -¿qué es lo que quiere ese tío, por qué no se marcha de una vez?- digo para mi. Suspiro y me dispongo a ir, me hago del mando de la motocicleta y vuelvo escuchar al alquimista, -¡Qué fastidio!- afirmo en mi mente. Pero está vez el argumento es interesante.

-¿Brujos ilusionistas?- debato, yo oí el ruido, la jinete también un ilusionista no genera sonidos, pero el alquimista tiene razón la manticora presenta irregularidades, no solo el no volar, sino, el truco del soldado no está funcionando como debería, la manticora para nuestra sorpresa exhala una llamarada de fuego.

-¡Nada de ilusión... es un Invocador y éste brujo no está solo!- exclamo luego de escuchar una tonada y percatarme de una lluvia cíclica, agua que no proviene de nubes que no hay, sino muy probablemente del lago cercano, -tres brujos, al menos- pienso y veo al alquimista preparado, -espero que tus trucos vayan más allá de transmutar una prenda o una espada alquimista, que estos tíos se cargaran a quién sea- le digo.

-¡Agente, al parecer la compañia que esperabas se presento y no son más que magos!- grito para oídos no solo del agente sino también de la jinete, y luego pienso -¿o serán cazarrecompenzas que vienen a por mi?- sea como fuere, ya todos estamos involucrados.

Me despojo de todas las prendas que llevaba superpuestas y aparece mi preciado traje de combate, resistente, ligero y por qué no decirlo, sensual. -¡Espero no distraeros mozos!-

Era mi turno y mis cartas eran terriblemente buenas. El rubio había inundado la estancia de humo, cosa que provocaría puntos en contra a la mantícora. Estaba bajo sus patas, mareando la perdiz. Primero giraba hacia la izquierda rodeaba una y otra vez la pata izquierda y así sucesivamente con todas. Una mantícora normal debería de haber perseguido mis movimientos hasta haberse mareado y no tener más remedio que utilizar sus alas, sin embargo esta solamente se quedaba parada. No era una mantícora corriente, alguien o algo la habría mutado con otro animal, la pregunta es ¿con qué? y ¿quiénes? Me daba igual quién lo había hecho, cuando viese al cadáver de la mantícora me ocuparía personalmente de acabar con el sujeto.
Creí que la mantícora gritaba de dolor a causa de que el humo se introdujo en sus pútridos ojos. Movía su cola de derecha a izquierda, de izquierda a derecha. Siempre. Di un rodeo hasta situarme detrás suya y esquivando los coletazos que ésta propinaba, ya que eran imitados una y otra vez, me encontré encima de su lomo. Observé el grosor de aquella cola, podría medir un metro de ancho. Punto a su favor. Pero no me iba a quedar de brazos cruzados sin hacer nada. Mi objetivo era cortar aquella cola y con ese veneno hacer dos cosas; la primera inyectársela en su cuello, y la segunda averiguar quién la habría mutado.
De nuevo me dediqué a mirar sus alas, no eran reales. La mantícora nos había engañado a todos. Astuta.
Por lo tanto el humo no debería de haberle causado demasiado efecto. ¡Por qué habría dicho nada!, pensé mientras el cuello de aquel nuevo ser se giraba hasta encontrarse con mi mirada. Aquel ser humano con cuerpo de engendro me miraba con ojos tristes, como si estuviese sufriendo cada minuto que pasase. Comprendí pues, que los gritos aquellos no eran por el humo, si no por el dolor interior que presenciaba. Tanto el bicho como yo queríamos su muerte, y para ello debía de llevar acabo mi plan.
Había un problema: mi cuchilla no era lo suficientemente grande, solamente podría detener la cola mientras alguien de los anteriormente conocidos, con un arma rajaría aquella cola.
"Espero que se den cuenta de mis intenciones y no intenten hacer algo tonto".

Sin problemas, Eiden y yo detuvimos la cola en tierra, éramos fuertes y podríamos resistir el esfuerzo que el engendro hacía para sentir libre su cola. Esperábamos impacientes la llegada de alguno de los tan perfectos agentes.

La jinete y su dragón habían conseguido neutralizar la peligrosa cola de la bestia, comprendí que yo era la opción más fiable para ejercer la tarea que la jinete esperaba, pego la carrera y haciendome del mando de la motocicleta, la activo y ésta viene a mí. En pleno movimiento me subo a ella, acelero y la elevo.

La manticora empezaba a mostrar resistencia, desenfundo mi par de pistolas, mis armas más mortales, ya que las balas están hechas con punta de diamante y el cuerpo de cristal que contiene un fuerte ácido, entonces, cuando la bala hace impacto, la punta penetra la estructura y el cristal que la antecede se destruye regando el ácido en el objetivo.

Me encuentro en distancia y comienzo a disparar a la cola baja mientras doy una vuelta alrededor de ésta, mis disparos perfectos debilitan la cola y con la fuerza del dragón dejamos a la manticora sin su preciado agijón. Entonces veo a la bestia con detalle, es un hibrido.

Victoriosa desciendo y sin temerlo ni esperarlo, el agua forma una estructura sólida, como si fuese un puño gigante y me derriba de la motocicleta, logro caer de pie, sin embargo, me duele haber sido golpeada. al ser mi primer golpe en campo.

-Joder, maldito mago, ¿pero dónde está?- pienso y espero.

Bien los niños de la G.P.M. no tienen idea de quien soy. Pero si fuera el pirata Van Moosel, de seguro me reconocerían. Creo que no soy tan famoso como lo creí o el capitán de policía hace un gran trabajo para borrar mis huellas.
Después de que una mano de agua derrumba a la chica pelirroja, corro hacia la formación y la toco acariciándola con los dedos, la estructura se transforma en hielo que golpeo con la espada para hacerlo pedazos.
Mientras el mago acuático tarda en regenerar su arma toco la tierra mojada y comienzo a correr, sin quitar la mano de la tierra. La humedad es el mejor rastro que dejan los brujos acuáticos.
Antes de que pueda hacer contacto visual con el brujo, una enorme columna de agua se eleva frente a mi, rápido se transforma en una ola.

-Brujos, les encanta exagerar-digo entre dientes.

Paso a través de la ola con las manos extendidas, parte del agua que toco se transforma en vapor, lo suficiente para que mi cuerpo pase a través de ella. Salto sobre uno de los muro de las ruinas y disparo hacia abajo, escucho un potente grito de dolor mientras el techo de la estructura se tambalea
Un par de manos de hielo surgen del sitio y me sostienen con fuerza. Cierro los ojos y al abrirlos vuelven a encenderse de un azul potente. Trasmuto las manos de hielo en granizo y caigo sobre la estructura, destruyendo el techo, hasta escuchar el cuerpo del brujo crujir. Uno menos, ignoro cuantos faltaran.

-Lo lamento-digo con tristeza.

Volteo hacia distintos lugares y busco con desesperación a otros humanos. Seguramente el invocador debe de estar a espaldas de la bestia, mutante o ilusión, lo que sea esa cosa.
Corro hacia la pelirroja, que ya se a levantado de su caída y parece que va a atacar a la bestia, por lo que la paso de largo y me muevo detras de la criatura, pasando de largo a la jinete y al rubio

-Con permiso-les digo sonriendo al pasar.

Corto el primer muro que encuentro, sin nada del otro lado. No será fácil encontrar a los otros.
Cuando el polvo del muro se disipa veo una de las imágenes mas horrendas que pueda imaginar. Cuerpos oscuros, en putrefacción o sin piel caminando de forma errónea hacia nosotros.

-Brujo negromante. Son varios, uno solo no puede manejar a tantos zombis-digo suspirando-Ya díganme ¿Cuántos de ustedes hay?

La G.P.R. consiguió cortar el aguijón
"Perfecto" me dije mientras iba a por él. El aguijón podría ser de mi estatura, pero podía con él, a pesar de parecer endeble y pequeña, tenía bastante fuerza. Eiden fue en dirección al cuello del bicho mientras yo apuntaba con el aguijón en su dirección. Aquella bestia se movía de manera incontrolable, aún no había muerto a pesar de haberle cortado su aguijón, punto más para saber que no era una mantícora.
Me quedaban a penas cinco metros para clavar el aguijón, aquella cosa sufría cada vez más y más.
"Tranquil, pronto todo se acabará" pensé dirigiéndome hacia ella.
Al tocar el aguijón con su cuello, toda aquella bestia explotó soltando un líquido viscoso marrón que nos salpicó a todo el mundo.
No me dio demasiado asco, había pasado por situaciones peores.
Eiden comenzó a volar contra el viento provocando que el propio aire nos quitase aquel líquido que sin saber cómo comenzaba a picar más y más.
Me quité un poco de aquel líquido en una zona que picaba demasiado y descubrí, en mi piel, una zona extremadamente roja.
Ácido.
Di media vuelta y me dirigí a la zona de combate.
- ¡ES ÁCIDO! ¡ENCONTRAD PRONTO UNA LAGUNA O MORIREMOS! - Gritaba al aire.
Volví a echar el vuelo buscando alguna zona con agua. Se encontraba a cien metros de la zona de combate, era un lago fangoso, perfecto para que el ácido se quitase. Supuse que todos seguirían mi camino al escuchar mis palabras, cada vez me picaba más el cuerpo, se introducía dentro de la ropa y de las escamas de Eiden.
Nos introducimos dentro del lago, a velocidad de avión. Sentimos el impacto con el agua fangosa y nos soltamos.
Ya estábamos a salvo, solo necesitaríamos algunas hierbas para quitarnos el escozor.

Tras contemplar el devenir de la batalla desde una posición segura, decido resguardarme en las ruinas para atender a una llamada telefónica proveniente del Comandante Stark. Explicado el estado de la misión y los inconvenientes surgidos en la misma, mi superior me lanza una orden categórica.

-Reiddick, creo que no es necesario que te diga que tienes que matar a todos los testigos, de lo contrario, creo que me replantearé tu promoción...

Pongo en tensión todo mi cuerpo para contenerme y no soltar un improperio que complicaría más la situación.

-Estoy cansado Comandante, no estoy seguro de poder seguir manchando mis manos de esta manera...
-¡Tonterías!-El brusco tono de voz de Stark se exalta-. No te atrevas a contradecirme chaval, yo te saqué de la mierda en la que te metiste por esa bruja, me lo debes.
-No te atrevas a mencionarla...
-Te la estás jugando Reiddick, no hagas una estupidez.

Lanzo el teléfono contra las rocas y lo rompo en numerosos pedazos que salen dispersos de un lado a otro. Estoy harto de frases cómo: "es lo que eres" o "para esto te hemos creado". No puedo soportarlo más, creía que si pero no soy cómo ellos no...De repente una lluvia de ácido cae sobre las ruinas, deshaciendo la roca y por lo tanto poniendo en peligro mi cobertura. Me asomo a la zona exterior para observar que una masa de muertos vivientes se acerca. En ese instante escucho el sonido de unas hélices en las alturas, no puede ser, ¿un barco volador? La colosal nave se suspende en el aire y apunta sus cañones hacia la bestia, pero, ¿qué hace aquí?

"El Avasallador", una mastodóntica nave aérea-marítima dotada de una capacidad armamentística sin igual y cuyo funcionamiento está relacionado tanto con la magia cómo con la más avanzada maquinaria. Tanto su motor cómo la propulsión del mismo dependen de inyección mágica, mientras que las cuatro hélices que los parapetan y le dan estabilidad, mantienen un funcionamiento eterno gracias a la materia oscura. El color negro carbón que protagoniza el vehículo desde los inicios de su existencia a intimidado a cualquier otro pirata que quisiera intentar abordarla, de la misma manera, que ha provocado respeto en aquellas autoridades que quisieran perseguirla. Su estructura se divide en tres niveles, el superior, en el se sitúan el puente de mando y una gran cubierta cerradas ambas por una esfera de cristal adamantiado(indestructible), el medio, zona de camarotes, salas de investigación, cocina, sala recreativa, etc, y el inferior, localización del motor y del resto de la maquinaria.

Tras ver aceptada mi proposición por parte del jinete, Doreckmair, yo, y unos cuántos rufianes contratados por unas monedas en la isla flotante, atravesamos los cielos de Gladyr y por fin llegamos a las montañas de Verfallen. Sobrevolando el Valle sin Nombre Doreckmair me advierte sobre la presencia de un extraño ser en medio de la zona y sobre lo que parece una extraña batalla. Según mis conocimientos de estas tierras, que pese a no ser muy fiables son los que tengo, no es lógico que se desarrollen éste tipo de combates en una zona de relativa presencia pacífica por lo que no llego a la conclusión de que la cazarrecompensas no debe andar lejos. Mi gato, Renhir, camina por panel de mandos mientras dirijo el timón en dirección al extraño monstruo y abro la esfera de cubierta para que el jinete y dragón puedan salir si así lo creen conveniente.

-Chaval creo que tienes una compañera en problemas, deberías salir a ayudarla.

No puedo evitar sentir curiosidad por lo que encargo a uno de los tripulantes que coja el timón y junto a Renhir, salgo a cubierta para observar la acción. No me gusta tener que detenerme aquí ya que cómo pirata, no es un sitio demasiado seguro pero si ya me he metido en éste lío...Si hay alguien problemas lo mejor será hacerles subir a bordo y que salgamos todos juntos de aquí. Abro un canal de comunicación empleando toda la megafonía del barco y dirijo el sonido al exterior para dirigirme a todos los del valle.

-¡ Estáis de suerte, aquellos que no quieran morir tiene la oportunidad de escapar por cortesía del pirata Hian Van Moorsel, tenéis 10 minutos para llegar al barco, de lo contrario, os dejaré aquí, seáis quienes seáis! Tanto tiempo sin ejercer la piratería me ha vuelto un blandengue...

Abro las escotillas inferiores y dejo caer unas escaleras que llegan hasta el suelo para que aquellos que lo deseen puedan subir, ahora bien lo que ocurra una vez que lleguen es otra historia....Por muy benevolente que sea sigo siendo un pirata...

Ver muertos vivientes no me afecta. La muerte es algo que nos alcanzara a todos, así como alcanzo a mi mujer e hija. Por lo tanto, ver muertos que caminan hacia mi no es gran cosa.

-Vengan por mi, malditos- les digo sonriendo a los muertos vivientes.

Corro hacia ellos, el sol, que ya se comienza a ocultar en las montañas, se refleja en mi espada. Siento la pasión del combate de nuevo, me dejo llevar de nuevo.
Corto los cadáveres con desesperación, salvajismo. Siento como si me separara de mi cuerpo, pierdo el control de nuevo. Veo mi cuerpo desde afuera, veo como acabo con todos los muertos vivientes a mi paso ¿Si fueran personas vivas? ¡Basta! ¡Basta!
Todo se vuelve oscuro por un segundo y regreso a mi cuerpo.

-Debo de dejar de hacer eso-digo suspirando, levantándome del suelo con mi espada. Alrededor de mi los cadáveres se comienza a levantar de nuevo-Se me olvida que ya están muertos.

-¡Es acido! ¡Encontrad pronto una laguna o moriremos!-escucho a la jinete gritar. Parece que la juzgue mal y le importan las otras personas, un poco al menos.

Volteo hacia donde combatían mis compañeros, el muro de las ruinas que partí hace unos momentos se esta derritiendo. Parece que la monstruosidad era una bomba. ¿De quien?

Mi cavilación es interrumpida por una sombra que se aproxima, al voltear al cielo hay un enorme barco volador aproximándose a la zona. Si la red de mercenarios es totalmente correcta, lo cual siempre lo es, ese barco pertenece al pirata Hian Van Moorsel.

-La red me dijo que estaba en su retiro-me digo a mi mismo-creo que decidió salir de el.

Los cadáveres están completamente de pie y comienzan a aproximarse. Corro rodeando la mancha de acido que dejo la criatura, el vapor que aparece de la pared y del suelo tapa mucho de mi visibilidad. Tomo la cúpula que aun tiene la blusa que trasmute para la jinete y la pongo sobre mi hombro

-¡Estáis de suerte, aquellos que no quieran morir tiene la oportunidad de escapar por cortesía del pirata Hian Van Moorsel, tenéis 10 minutos para llegar al barco, de lo contrario, os dejaré aquí, seáis quienes seáis! Tanto tiempo sin ejercer la piratería me ha vuelto un blandengue...-habla el pirata desde su barco.

Que sorpresa que el pirata tenga corazón. Pero los piratas son peor que nosotros los mercenarios, ellos solo piensan para si mismos, nosotros por lo menos tenemos la red de mercenarios.
Veo las escaleras que deja bajar el pirata y busco al rubio y a la pelirroja. Son de la G.P.M. seguramente no podrían llevarse con un pirata. Ellos son la ley, nosotros los que cazan. La jinete voló lejos de la zona, el único que le sirve este barco es a mí. Destrasmuto mi arma, tomo las escaleras y comienzo a subir a toda prisa, a lo lejos logro ver a la Jinete y su dragón en una laguna, limpiándose el acido ¿Sera la única ahí? No lo sabré, ni aquí en lo alto encuentro a los dos de la G.P.M.

Llego al barco y me topo de frente con el pirata. Llevo mis manos a mis ropas y trasmuto la esfera de metal y el diamante para que se hagan parte de mis guantes. Extiendo la mano hacia el.

-Buen día-le digo sonriente- gracias por el detalle del salvamento.

Mientras espero su saludo, volteo hacia dentro de la nave, memorizando la decoración, las pared, los lugares y de mas. Si me ataca, tengo que estar listo.

Veo actuar al alquimista y de pronto su perfil me parece familiar, el mando me vuelve a traer la motocicleta vuelvo a ella y vuelo hacía donde había dejado el casco inteligente, lo cojo en pleno movimiento, me coloco el casco y comienzo a cargar los archivos de la G.P.M.

-Makoto Aulos- pienso y cuando no lo pensaba la manticora explota y un ácido cae como lluvia. Quedo bañada, -menuda fortuna el ponerme el casco- salvada por el casco y mi traje continúo volando en los alrededores y activo mi radar auditivo, extrasensorial e infrarrojo.

Escucho la recomendación del ir al lago por parte de la jinete, una recomendación que no ocupo, luego escucho a mi compañero de la G.P.M. hablar, -graba la conversación- le digo al casco. Los sonidos continúan, descubro más magos delante mio y me los cargo con mis pistolas por la espalda. En éstas escucho la voz del pirata Hian Van Moorsel dando instrucciones, detengo la motocicleta manteniendonos suspendidos y veo el barco pirata.

-La fiesta mejora- digo, como si le hablara al casco.

El pirata hace la invitación de subir a su barco, -joder después de todo la fiesta llegó a su final- pienso al ver como Makoto sube por la escalera que momentos antes el pirata lanzó.

Acelero rumbo al soldado de la G.P.M.

-¡Hey galán ocupas dedo!- le digo y me quito el casco para después guiñarle el ojo, -haber si no cree que le estoy entrando a este tío- pienso.

Veo el escenario desde el estribor, todo un espectáculo y entonces la veo, a la jinete impasible y sonrío.


-¡Estáis de suerte, aquellos que no quieran morir tiene la oportunidad de escapar por cortesía del pirata Hian Van Moorsel, tenéis 10 minutos para llegar al barco, de lo contrario, os dejaré aquí, seáis quienes seáis! Tanto tiempo sin ejercer la piratería me ha vuelto un blandengue...— escucho decir al que ahora llamo Capitán Hian, corro hacía donde está mi dragón y veo que la escotilla está abierta, para que salir si así lo quisiéramos.

—¡Qué dices Orek, ¿salimos a saludar?!— le preguntó con una sonrisa vivida.

Orek descansa su cabeza en la madera y comprendo que prefiere descansar, está disfrutando tanto como yo el viaje en este impresionante navío.

Salgo a cubierta y veo a un hombre saludando al capitán, me les uno, el hombre me mira y yo asiento pues mi educación me dice esperar a que el resto terminen sus cordialidad para entrevistarme yo.